Para los diabéticos, conocer el nivel de glucosa en la sangre es algo crítico. Por eso, se desarrolló el CGM (siglas de Continuous Glucose Monitoring), un aparato que monitoriza la glucosa de manera continua en tiempo real.
Ahora, muchos atletas de
pruebas de resistencia van un paso más allá. Introducen ese biosensor en el tejido subcutáneo de la
parte superior de su brazo. Dicho sensor está conectado a un microchip que mide
el nivel de azúcar en los tejidos y lo transmite a través de bluetooth. El reloj o el
móvil avisan al atleta cuando el nivel de azúcar baja y se acerca por tanto la
tan temida “pájara”.
El aparato en cuestión no es por ahora infalible (los niveles de azúcar en sangre no sólo
dependen de lo que ingerimos), y tal vez nos hallemos ante una nueva polémica de
tecnodopaje pero eso ya es otro cantar…
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