La innovación tecnológica nos ha invadido. Sus efectos, de alcance imprevisible , nos sorprenden y nos asustan una y otra vez. En mi opinión, hay que desconfiar de las actitudes extremas que, o bien aplauden cualquier invento sin reflexionar, o bien se horrorizan ante la novedad y el cambio. La tecnología , no es buena ni mala. Es buena si contribuye a hacernos más eficientes, mejores, más felices. Eso sí: conviene tener en consideración sus peligros . Uno de ellos es la (¿aparente?) incapacidad del ser humano para gobernar la técnica en lugar de dejarse dirigir por ella. Otro, es la incompetencia y la falta de imaginación para saber aprovechar en profundidad las nuevas posibilidades de acción y de diversión que las máquinas ofrecen. Por descontado, no hay que rasgarse las vestiduras ante lo que, en cualquier caso, es inevitable pero convendría saber elegir entre el desarrollo tecnológico que nos conviene a las personas y el que nos envilece o nos destruye...
Personas. Productos. Procesos. Ambiente.