Las emociones juegan un papel crucial en nuestra vida. Y el aburrimiento es una de las más poderosas. De hecho, ha jugado un papel muy relevante en el progreso de la Humanidad. Aburrirse alimenta la curiosidad, puede engendrar arte, ciencia, conocimiento, descubrimientos... El cerebro que se aburre se espabila para salir de esa situación y nos obliga a hacer una cosa diferente, excitante. El aburrimiento es fértil. Las rutinas, la uniformización, la programación de actividades coartan la ocasión de innovar, de improvisar. Una práctica muy sencilla, y poderosa al mismo tiempo, es estar cinco minutos al día sin hacer nada. O si tienes que conducir no ponerte la radio, ni música alguna, de forma que la mente sea invitada a vagar por donde desee. El propósito del aburrimiento es invitarnos a la curiosidad, la motivación y el compromiso. Saborea pues el aburrimiento. Es un catalizador de la inspiración y de la creatividad.
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