Para los insectos nocturnos, es muy importante que sus ojos no reflejen la luz, ya que la reflexión hace que el insecto sea vulnerable a los depredadores. Las polillas suelen ir en busca de alimentos al atardecer, por lo que serían fácilmente presa de pájaros, ranas, lagartos, gatos... Por ello, la naturaleza ha
diseñado sus ojos con unas pequeñas protuberancias que no
reflejan la luz, evitando así señalar su posición a estos depredadores.
Los ojos de las polillas están conformados por una estructura organizada de cientos de pilares nanoscópicos hexagonales, de aproximadamente 20 nm de diámetro y de altura, que dotan a la superficie del ojo de un carácter casi antirreflectante para la luz visible en cualquier dirección.
El aumento en la transmisión en la transmisión y la reducción en la reflexión se consigue mediante un ajuste continuo de los índices de refracción en la interfaz entre la córnea y el aire, que se logra mediante pequeñas protuberancias en la superficie de la córnea, denominadas microtrichias. La periodicidad de este patrón es menor que la longitud de onda de la luz, por lo que ésta no se refleja.
En los últimos tiempos, se han realizado numerosos experimentos con vistas a incorporar corrugados microscópicos en receptores solares, con objeto de reducir la reflexión. Asimismo, se está investigando la fabricación de una pantalla de ordenador libre de reflejo mediante la creación de facetas sobre una laca fotosensible utilizando rayos láser. También parece posible la creación de superficies transparentes utilizando este efecto.
Así, científicos alemanes están desarrollando un nuevo recubrimiento antirreflejante de los parabrisas de los vehículos que deja pasar la luz pero no provoca destellos. De esta manera, los temidos reflejos de noche, que hacen tan insegura la conducción, pasarían a la historia.
Creatividad también es inspirarse en la naturaleza.
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