La creatividad es multifacética, a nivel del cerebro, de la personalidad y del cerebro creativo, y puede ser puesta en juego de muchas maneras diferentes: desde la profunda experiencia personal de descubrir una nueva idea o experiencia hasta expresarnos a través de palabras, fotografías, la moda y otras creaciones cotidianas.
Hoy, los neurocientíficos tildan de mito la creencia de que la creatividad tenga que ver en exclusiva con el hemisferio derecho y hablan de un proceso que se da en todo el cerebro. Este complejo proceso consiste en muchos sistemas cognitivos (conscientes e inconscientes) y emociones que interactúan con distintas regiones del cerebro reclutadas para gestionar cada tarea y trabajar juntas como un equipo para hacer el trabajo.
El descubrimiento de esta denominada "default network" - la parte del cerebro que trabaja cuando no estamos comprometidos a propósito en otras tareas - es uno de los descubrimientos recientes más importantes en neurociencia.
Esta "red por defecto" nos permite construir un significado personal de nuestras experiencias, imaginar otras perspectivas y escenarios, comprender historias y reflexionar sobre los estados mentales y emocionales (los nuestros y los de los demás). De ahí que no sea ninguna sorpresa que la actividad de esta red (que otros llaman "red de la imaginación") también nos informe de nuestras ideas más creativas.
La red de "atención ejecutiva" también es crucial para la creatividad. Procesos de control ejecutivo apoyan el pensamiento creativo ayudándonos deliberadamente a planificar acciones futuras, a recordar la utilización de distintas tácticas creativas, a tener presente qué estrategias ya hemos utilizado y a rechazar las ideas más obvias. Esta red también nos ayuda a centrar nuestra imaginación, a bloquear las distracciones externas y a permitirnos sintonizar con nuestras experiencias internas.
Cuando generamos nuevas ideas, estas redes entran en una danza compleja. Los investigadores han observado en acción este tango cognitivo mediante escáneres cerebrales de personas inmersas en sus procesos creativos personales.
Las personas creativas son particularmente buenas en el ejercicio de la flexibilidad en la activación y desactivación de estas redes cerebrales que en la mayoría de personas tienden a estar en desacuerdo entre ellas. De este modo, son capaces de “hacer malabares”
con modos de pensamiento cognitivo y emocional, deliberado
y espontáneo aparentemente contradictorios.
Incluso en un nivel neurológico,
la creatividad es desordenada.
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