Ese momento de absoluta lucidez en el que acontece una innovación rompedora o un descubrimiento es el aspecto más romántico de la innovación. A pesar del arraigo que todavía tiene ese momento en el mundo de los negocios, es hora de verlo como lo que de verdad es: un mito.
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El problema con ese mito es que provoca que mucha gente sobrevalore el paso de la invención y subestime la fortaleza necesaria para avanzar de los estados primitivos de un descubrimiento a un producto comercializable.
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El acto de inventar y perfeccionar es una tarea larga y dura. Y este acto de capitalizar una invención, esto es, manejar la transición de la mente al mercado es realmente la parte más compleja.
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