¿Qué pasaría si los teléfonos fuesen de verdad inteligentes?
Probablemente serían muy distintos a los de hoy en día. Por ejemplo, no precisarían de apps ni tampoco haría falta tener Siri, Alexa o cualquier otro asistente.
A un teléfono realmente inteligente le dirías "Organízame un fin de semana en Roma con mi familia" y basándose en tus preferencias anteriores, en tus gustos, inquietudes culturales y preferencias gastronómicas lo organizaría todo sin precisar la concurrencia de cuatro o cinco aplicaciones y del tiempo que ahora precisamos para poder concretar todo ello.
Ahora bien, ¿puede ser perjudicial para las marcas establecidas en el mercado de telefonía diseñar y fabricar "el teléfono del futuro"?
La respuesta es rotundamente afirmativa.
Las marcas de telefonía precisan salvaguardar sus negocios actuales. Por poner un ejemplo concreto, las marcas más poderosas reciben el 30 % todos de los pagos que las aplicaciones hacen a través de sus tiendas de aplicaciones.
Por estas razones, la innovación muchas veces no representa un incremento significativo.
Comentarios