Unas ideas, estimulan otras. Aunque provengan de personas distintas.
William Sturgeon había inventado el electroimán, un trozo de hierro que se carga de magnetismo y atrae otros metales cuando recibe una descarga eléctrica.
Samuel Morse, que hacía experimentos con diversas orientaciones, imaginó que esos movimientos podían transformarse en un lenguaje. La clave pensó Morse consistía en manejar las descargas eléctricas para que movieran una aguja con sentido.
Morse ideó que un impulso corto sería un punto y uno más largo, una raya. Entre puntos y rayas, reprodujo el alfabeto y lo denominó código Morse. Tras tres años de pruebas y más pruebas, desarrolló lo generadores y cables.
Lo demás, es conocido. 60 kilómetros de cable para empezar. La palabra ya era más rápida que el hombre. La era de la información acababa de dar comienzo.
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