Si hablamos de resiliencia, innovación o de valor, las empresas no son más capaces que hace cuatro décadas. Sí, es cierto, pueden ser más eficientes e incluso algo más rápidas, pero no esencialmente más capaces.
¿Por qué? Probablemente porque cuando se trabaja para cambiar una empresa se empieza por procesos y prácticas (qué es lo que hacen, cuál es su proceso para la valoración de los empleados y para el desarrollo del liderazgo, etc.) . Muy pocas veces se trabaja sobre los principios, sobre los paradigmas. Y sin tocar esto, es prácticamente imposible realizar cambios radicales.
¿Crees de corazón que es posible la innovación cuando el 85 % de las personas no se identifican ni se comprometen con su trabajo?
Seamos claros: las empresas consideran a las personas como un mero instrumento y, por tanto, pedir a los empleados que pongan toda su carne en el asador es un brindis al sol.
Para que la innovación tenga lugar es necesario romper ese círculo de raíz y dejar a un lado el control para que las personas estén dispuestas a dar diariamente lo mejor de sí mismas.
Este es el verdadero reto.
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