Vivimos en una era utilitarista. Al culto a la productividad y al beneficio se le suma el culto a la rapidez. Hoy en día, frenar significa perder tiempo.
Sin embargo, hay muchas cosas de nuestra vida que necesitan de "lentitud". El conocimiento, las relaciones humanas y también la creatividad.
Desde esta perspectiva, tomarnos nuestro tiempo no significa perderlo. Al contrario, es ganarlo. Adueñarse de él.
Parar o frenar el tiempo dedicado a la productividad es rendirse a la aventura de los encuentros inesperados e improbables. Y es en ese espacio de libertad donde podemos cultivar nuestra curiosidad y alimentar nuestra creatividad.
Por eso, muchas personas encuentran que la creatividad es algo complicado. No se toman el lujo de abrirse a las sorpresas.
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