En 1991, en un laboratorio de la Universidad de Oxford los 15 científicos que trabajaban allí compartían una sola cafetera (es bien sabido que los recursos nunca han sido abundantes en el mundo de la ciencia).
La cafetera, con filtro, tardaba muchísimo en preparar el café (¿recuerdas aquel gota a gota?) y por eso los científicos estaban cansados de hacer peregrinajes a esa cafetera y llegar o bien cuando ya se había vaciado, o bien cuando todavía estaba empezando a hacerse el café.
Para no tener que caminar en vano todos los pasillos y bajar las escaleras hasta donde se hallaba la cafetera, los científicos idearon un invento. Uno de ellos utilizó una de las cámaras que utilizaban en sus investigaciones y que captaban imágenes a tiempo real y la conectó al servidor de la Universidad.
Paul, así se llamaba el científico, desarrolló un programa para que captara imágenes de la cafetera cada pocos segundos pero, poco tiempo después, otro compañero diseñó otro programa para que pudieran ver en sus ordenadores cuál era el estado de la cafetera.
Es verdad que en esos momentos la World Wide Web (Internet) apenas estaba en los inicios de su desarrollo (Tim Bernes-Lee estaba en ello en el CERN) pero ya en 1993 el programa se conectó a la web. Hace pues ahora 25 años que nació la primera webcam.
La pereza siempre ha sido un buen promotor de la creatividad.
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