Estamos
más conectados que nunca, pero solo dentro de nuestra burbuja profesional,
tribal o ideológica. Las redes nos permiten seguir a los amigos, pero también
excluir a quienes no piensan como nosotros.
En
el mundo de la comunicación, por ejemplo, las audiencias se convierten en
sectas, y los grandes medios de comunicación transversales de antaño, donde
todas las opiniones cabían, languidecen.
Así
el mainstream, la centralidad moderada, se paraliza. Es el denominado echo-chamber
effect, el eco enclaustrado de la opinión que solo escucha a sí
misma.
Por
eso, estar abierto es una de las cualidades más relevantes para poder estra en
disposición de crear cosas nuevas.
La hiperconectividad tiene sus riesgos.
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