Muchas personas, al pensar en
innovación tienen únicamente en mente a la innovación disruptiva. Esto
es: grandes ideas y revolucionaros enfoques que suponen cambios de rumbo
drásticos en una organización.
Desde luego, este tipo de
innovación es fantástica y, seamos honestos, también muy difícil de que se
produzca. De ahí que también convenga tener presente el valor de la innovación
incremental. Pienso que las empresas (y también las personas) deberían centrarse
en este tipo de innovación, en lugar de trabajar tan duro en cómo pueden dar
con la siguiente idea disruptiva.
Es verdad que las mejoras
incrementales no siempre son frescas, pero con el tiempo suelen producir un significativo
impulso de los resultados empresariales.
Ello no significa que las
empresas tengan que centrarse en la innovación incremental en todo momento. Lo
que quiero decir es que sólo porque una idea o un programa sea relativamente pequeño
al generar respuestas a cuestiones más modestas, no tendría que ser desechada. La
innovación dentro de una empresa tiene muchas facetas, y las mejoras
incrementales también tienen sentido.
Por supuesto, estas ideas más
pequeñas no van a salir en la portada de ninguna revista (puede que ni siquiera
la de la compañía), pero van ayudar a la persona a conservar el trabajo y
también a producir un impacto acumulativo en la organización.
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