Crear y mantener el caldo de cultivo que supone la innovación siempre ha sido crucial, pero sin duda lo es más en el momento actual. También saber recompensar las ideas que surgen, sin dejar de lado una alta dosis de realismo que permita convertir las ocurrencias y la creatividad en un negocio rentable.
Para ello, conviene esforzarse encontrar el equilibrio adecuado entre las personas que son creativas y las que ejecutan.
Igualmente, resulta decisivo conseguir un entorno en el que se acepta el pensamiento diferente, en el que no hay una única respuesta correcta y se establecen vías de integración de esa forma de pensar para crear ese caldo de cultivo.
Otro aspecto muy importante consiste en favorecer un entorno que celebre los éxitos pero que no penalice el fracaso, ya que - si se sabe analizar - éste último siempre deviene en una oportunidad de aprendizaje.
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