La espontaneidad es el proceso de actuar sin
evaluar. Hacer algo antes de
(sobre) pensarlo. Percibir la
gran brecha que hay ante nosotros y, aún así, decidir saltar con los ojos
cerrados. A
veces, cuando uno es espontáneo, las ideas "lanzadas" dejan mucho que
desear y nuestro trabajo puede llegar a ser deficiente. Sin embargo, cuando
se trata de la creatividad, la espontaneidad constituye una poderosa
herramienta que siempre resulta gratificante.
Si la creatividad es el proceso de creación de
ideas nuevas y la ansiedad de tener una solución para nuestro reto en ocasiones dificulta ese proceso, la espontaneidad
puede ayudar a romper esa ansiedad y apartarla de nosotros por completo.
Pero, ¿cómo puede uno llegar a ser espontáneo?
Empezando. Cuando me
senté a escribir este post era escéptico. Me
pregunté: "¿Y si no escribo las palabras adecuadas? ¿Qué sucede si no
logro transmitir el mensaje que yo quiero? ¿Qué
pasa si nadie tiene interés por la espontaneidad?" Y aún así me puse a
trabajar y me senté a escribir de todos modos.
Ser espontáneo y ser creativo sin evaluar cada
idea que entra en nuestra mente, hace que resulte mucho más fácil tener un
montón de ideas. Luego,
una vez que hemos capturado esas ideas (mediante la puesta en escena del baile,
los trazos de pintura, pulsando el disparador de la cámara, escribiendo lo que
te viene a la cabeza o lanzando una idea en una reunión), podemos centrarnos en
la evaluación de la misma y en su concreción.
Desde luego, creatividad se escribe con E de espontaneidad.
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