Una cuestión nada baladí para los diseñadores de nuevos productos y servicios es hasta qué punto aceptarán los consumidores esa innovación o se resistirán a ella.
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Existen muchos ejemplos de grandes innovaciones que no han funcionado cuando los consumidores finales no han valorado esa supuesta innovación. Por ejemplo, ATT presentó el llamado PicturePhone, un teléfono con imagen en el que la personas que estaban a ambos lados del terminal podían verse la cara. A los consumidores esta innovación, presentada en 1964 (¡¡¡), les pareció superflua.
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Por eso, toda innovación es un riesgo. Nadie puede saber de antemano qué innovaciones se adaptarán a los consumidores y cuáles se estrellarán.
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