En muchos lugares, la mayor parte de las reprimendas y toques de atención se dirigen a las personas que hacen las cosas y que, en consecuencia, se equivocan.
Por el contrario, existe una especie de tolerancia tácita con las personas inactivas que no arriesgan ni toman la iniciativa.
Cuando solamente reciben golpes de martillo las cabezas que deciden levantar la testa y hacer cosas, la acción y cualquier atisbo de la innovación quedan fulminadas.
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