En 2015 se introdujo en China el modelo de compartir bicicletas. Numerosas empresas introdujeron bicicletas compartidas sin estaciones fijas, con la misión de hacer las bicicletas disponibles "en cualquier momento y en cualquier lugar". El modelo se expandió rápidamente y a mediados de 2017, había cerca de 221 millones de usuarios de bicicletas compartidas.
El espectacular aumento de la oferta excedió la demanda interna. Ni la infraestructura ni las regulaciones estaban preparadas para lo que venía, y las ciudades se congestionaron. Shanghái llegó a acumular 1.5 millones de bicis en sus calles.
Muchas de las empresas habían quebrado en marzo de 2018. ¿Qué hacer con las bicicletas? Cementerios de bicicletas.
Estos cementerios son el resultado directo del auge y caída de un determinado modelo de negocio. Lo que en su momento fue visto como una solución innovadora y ecológica para el transporte urbano, se transformó rápidamente en un problema de gestión urbana y ambiental debido a sus consecuencias inesperadas.
Ahora empiezan a proliferar en las afueras de las ciudades los cementerios de coches eléctricos. En su mayoría, los coches formaron parte de la flota de empresas de transporte que, bien por la obsolescencia de los modelos o por el propio fracaso de estas compañías, ya no son necesarios.
Efectos no previstos de la innovación.
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