Enric Berrens, ingeniero de Esplugues de Llobregat, empezó a comercializar en España productos de la empresa suiza Turmix.
Un tiempo después, adquirió las licencias de fabricación de estos productos en nuestro país y, en 1945, forjó una alianza hispano-suiza bajo el nombre Pimer, acrónimo de Pequeñas Industrias Mecánico Eléctricas Reunidas.
Pronto la compañía se convirtió en un referente del sector del electrodoméstico español, pero el paso de los años les obligó a actualizar la oferta. La mítica trituradora Turmix, el buque insignia del catálogo, precisaba actualizarse.
La Turmix era un aparato fantástico, pero su limpieza era muy laboriosa. Los alimentos se introducían en un vaso vertical para ser triturados por unas cuchillas difíciles de limpiar y, además, pesaba más de 3 kilos.
Pimer confió la tarea de renovar la Turmix a un joven diseñador industrial, Gabriel Lluelles.
Gabriel tuvo la idea, asesorado por su mujer, de separar las cuchillas con el motor del vaso clásico de las batidoras americanas, con el fin de hacerlo más pequeño, manejable y fácil de limpiar.
Nacía así la Minipimer, una de las invenciones culinarias más relevantes. Posteriormente Industrias Pimer fue adquirida por Braun y el resto ya es historia.
El éxito de Minipimer fue descomunal. Se vendieron millones de unidades en toda España entre los años 60 y 80 y acabó protagonizando uno de los casos de vulgarización de marca más significativos de nuestra cultura durante varias décadas. La gente visitaba las tiendas de electrodomésticos y los grandes almacenes y no pedía una batidora de mano… pedía una Minipimer.
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