James, presentó su producto a las principales marcas de aspiradoras. Confiaba en éstas aprovecharan la oportunidad de obtener la licencia de la primera barredora sin bolsa.
Sin embargo, recibió el mismo tipo de reacción helada que otro colega había recibido de sus jefes en Kodak, y por una razón similar: la nueva tecnología se contemplaba como una amenaza para el modelo de negocio de las empresas, según la cual los clientes pagaban por las máquinas una vez y por las bolsas de forma regular.
James no se rindió. Consideró que no le habían dado una razón convincente para rechazar su propuesta.
Ofreció su diseño a una empresa japonesa sin ninguna historia en aspiradoras y, por lo tanto, sin motivo para proteger las ventas de bolsas. Esta empresa comercializó, exclusivamente en Japón, la aspiradora como un aparato futurista para consumidores orientados al lujo, bajo el nombre G-Force.
Las ganancias obtenidas por el rotundo éxito que obtuvieron estas aspiradoras ayudaron a James a fabricar un producto convencional bajo su propio nombre. Había nacido la aspiradora Dyson.
El fracaso puede presentar una oportunidad para un cambio de rumbo. Si te quedas con el primer rechazo que obtengas, es muy posible que pierdas la oportunidad.
Comentarios