La silla es un mueble que suele tener un respaldo y que cuenta con tres o con cuatro apoyos. Su finalidad siempre ha sido servir de asiento a una persona. Los egipcios y los griegos ya las construían. Hablamos por tanto de un objeto que tiene más de 4000 años de antigüedad.
A lo largo de la historia, las sillas se fueron construyendo de diferentes materiales: madera, hierro, forja, plástico o una combinación de varios de ellos.
Sin embargo, en un momento determinado, se inventan hay sillas que suponen hitos, que desafían al pasado, que rompen todos los esquemas.
Si la silla se había caracterizado siempre por apoyarse sobre cuatro patas, a principios del siglo XX se diseña una silla que propone un marco continuo en forma de ese, eliminando la división entre base y asiento. La estabilidad la daba la propia configuración del tubo de acero continuo con el que se construyó.
La estructura tubular metálica abría camino a otras perspectivas y el empleo del tubo de acero supuso una revolución no solo en el campo del diseño sino en la forma de entender los interiores domésticos.
Quién lo iba a decir. ¡Una silla sin patas!
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