Cuando ya se había inventado la máquina de vapor y la primera revolución industrial resultaba más que evidente, fue precisamente cuando algunas compañías de transportes marítimas construyeron los barcos veleros más grandes al pensar que añadiendo más mástiles a sus naves podrían hacerlos más rápidas y luchar así con los barcos a motor que ya empezaban a emerger en su sector. Todos sabemos que el vaticinio no fue acertado. El barco a motor se impuso al barco de vela en los viajes transatlánticos.
Es posible que ahora nos encontremos ante una situación similar con la pandemia que vivimos y con la ansiada recuperación económica.
Conviene pensar que es probable que muchas cosas ya no sean nunca como fueron. Sí, es verdad, los sectores relacionados con la producción de bienes (manufacturero, agrario, etc.) se recuperan, y lo seguirán haciendo a uno u otro ritmo.
Pero, ¿qué pasaría si lo relativo al sector servicios no es nunca más como fue? ¿Qué pasaría si debido a las medidas restrictivas de la movilidad y las relaciones sociales muchas empresas e incluso sectores no vuelven a recuperarse?
Formulémoslo en positivo: hoteles, restauración, comercio, ocio, turismo... se hallan ante una inmejorable ocasión de reinventarse.
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