El Director General lloró desconsoladamente cuando se incendió la nave principal de la empresa. No había previsto esa contingencia y, aunque tenía asegurados ciertos activos, el incendio no entraba en el plan de coberturas contratado. Supuso un desastre financiero del que todavía están recuperándose.
Todas las empresas importantes tienen lo que se denomina un "Disaster Recovery Plan", un plan de contingencias ante potenciales circunstancias adversas que se puedan presentar.
Ayer mismo, un buen amigo (a la sazón también Director General) me comentaba el caso de un colega suyo, Director Técnico en una organización. Pensando en escenarios adversos y posibles planes de contingencia se planteó que pasaría si los ordenadores de su empresa fallasen o se tuviese que activar por cualquier circunstancia el teletrabajo. Con esa imaginada contingencia en la mente, solicitó presupuestos, negoció y cerró un precio para contratar 20 ó 30 portátiles si la ocasión así lo requiriese.
Dos semanas después, estalló el Covid-19 y nos confinaron a todos. A los dos días, la persona en cuestión contrató 27 portátiles en unas condiciones muy ventajosas que ya había pactado anteriormente. Tres días después, era imposible encontrar ordenadores ni de alquiler ni prácticamente de compra (si se requerían cantidades importantes) en ningún lugar.
Otro caso, desde luego muy llamativo, es el del All England Lawn Tennis and Croquet Club, los organizadores del torneo de Wimbledon. El club ha estado pagando 2 millones de libras al año durante los últimos 17 años para tener un seguro "antipandemia". Este año no se jugará el torneo en la hierba de sus canchas. Sin embargo, el seguro pagará al club la nada desdeñable cifra de 140 millones de libras.
Imaginar escenarios adversos y prepararse para habitarlos, siempre supone anticiparse a las circunstancias.
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