Cuando hablamos de innovación existe un proceso para repensar o reimaginar cómo puede ser el futuro de tu negocio que es válido para estos tiempos y para cualquier otro.
El primer paso es identificar los activos o las habilidades centrales de la empresa. Eso nunca es sencillo. Algunas cosas que hacemos no pueden parecer imprescindibles y no serlo ya en estos tiempos o, inversamente, hay cosas que casi no hacemos y que en este momento o en el futuro serán capitales. A veces la respuesta es algo físico (por ejemplo, tiendas),
a veces humano (por ejemplo, personal), y otras veces es virtual (por ejemplo,
datos).
La pregunta clave aquí es esta:
¿Cuáles son los activos y capacidades verdaderamente
centrales de mi organización?
El siguiente paso es un paso conceptual. Se trata de desasociar esa capacidad o activo central de su propósito actual, de su entorno, de su contexto. Aquí la pregunta clave es:
¿Cómo puedo articularlos de manera separada de su propósito
y contexto actuales?
Finalmente, en la tercera etapa, la tarea es la de reposicionar, es decir, volver a poner en marcha los activos o las capacidades centrales de una manera nueva que explote su capacidad y potencial básicos. ¿Dónde más podría ser de valor? ¿Qué nuevas necesidades podría abordar?. Aquí la pregunta central es:
¿De qué maneras podrían ser valiosos esos activos si los reposicionamos?
Este proceso invita a soluciones que se extienden a nuevas categorías y abordan nuevos grupos de clientes; aquí es realmente donde la originalidad de este enfoque se pone de manifiesto.
Comentarios