Muchas personas y grupos tienen aversión a las turbulencias y pierden su tiempo y su energía dando vueltas sobre ellas. Esta táctica es perfectamente comprensible. Todos hemos experimentado la cara desagradable del conflicto. Adentrarse en la tormenta es arriesgado y las cosas podrían ponerse fuera de nuestro control. Todos tenemos recuerdos, cicatrices y cardenales en los que el conflicto fue destructivo.
Intelectualmente, entendemos perfectamente que un debate serio, las diferencias de opinión y la confrontación de argumentos son algo normal entre las personas y en los grupos.
El miedo es que este desacuerdo escale o llegue a un nivel personal, y aparezca la confrontación y lo estropee todo.
El miedo es que este desacuerdo escale o llegue a un nivel personal, y aparezca la confrontación y lo estropee todo.
Ese es el verdadero motivo por el que, en muchas situaciones, las personas se echan para atrás y deciden mantener la paz.
Por supuesto, pierden así la oportunidad de acceder a las ventajas de la interacción que se produce en las conversaciones o discusiones con disenso, con desacuerdos, con muchos "momentos calientes".
Las personas y los equipos que adquieren la habilidad de "permanecer en el fuego" son más fuertes, más creativos y más innovadores.
Por supuesto, pierden así la oportunidad de acceder a las ventajas de la interacción que se produce en las conversaciones o discusiones con disenso, con desacuerdos, con muchos "momentos calientes".
Las personas y los equipos que adquieren la habilidad de "permanecer en el fuego" son más fuertes, más creativos y más innovadores.
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