Para cazar a sus presas, estas arañas fingen caer de la telaraña y estar muertas. Luego enredan a sus víctimas con los hilos de seda ayudándose con sus patas traseras y les inyectan uno de los venenos más peligrosos que se conocen en el mundo animal, una substancia neurotóxica que bloquea la transmisión de impulsos nerviosos, paralizando el sistema nervioso central y produciendo dolores musculares intensos.
Pues bien, un grupo de científicos estadounidenses ha descubierto cómo consiguen estas arañas hacer que sus telarañas sean más resistentes que el acero e incluso que el Kevlar, el material que se utiliza para la confección de los chalecos antibalas.
Se sabía que las sedas de estas arañas se hilan de nanoensamblajes jerárquicos de proteínas que almacenan en su abdomen pero ahora se ha descubierto el proceso de almacenamiento, transformación y transporte que hace que estas proteínas se conviertan en fibras: Precisamente la complejidad de esta estructura es lo que la hace única.
Los resultados del hallazgo son relevantes puesto que conocer cómo "las viudas negras" confeccionan sus telarañas puede ayudar a la creación de materiales artificiales que podrían ser útiles para nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo para la creación de tejidos de gran calidad y de alto rendimiento para miembros de cuerpos de rescate o grupos militares, y también podrían ser útiles para la construcción de grandes infraestructuras como puentes e incluso para la biomedicina.
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