En cierta ocasión, una investigadora llevó a un grupo de niños a un aula de su colegio y tras ponerles cómodos, les ofreció una serie de rompecabezas para resolver.
Los primeros eran bastante fáciles, pero los que seguían eran más difíciles.
Uno de los niños que se enfrentaba con los rompecabezas difíciles, acercó su silla a la mesa, se frotó las manos y exclamó. "¡Me encantan los retos!".
No fue el único. La investigadora profundizó sobre esa mentalidad y concluyó que, de alguna forma, los niños sabían que las cualidades humanas (tales como las habilidades intelectuales) pueden cultivarse por medio del esfuerzo y eso es lo que hacían: volverse más listos.
No solamente el fracaso no les desanimaba sino que ni siquiera pensaban que estuviesen fracasando: creían que estaban aprendiendo.
Recuerda esto: el punto de vista que adoptas para ti mismo afecta profundamente a la forma en la que ves los desafíos y también la vida.
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