Muy a menudo, al pensar en innovación nos viene a la cabeza sobre todo la alta tecnología. Desde luego, los avances que se están produciendo gracias a las TIC son espectaculares (medicina, automoción, construcción, ...). Pero como he reiterado aquí muchas veces cualquier campo, por pequeño y modesto que sea, es susceptible de acoger revoluciones.
Fijémonos en las cápsulas de café. Un invento de hace treinta años que ha terminando modificando la fisionomía del sector. Antes, la calidad de un café tomado en un bar dependía de factores tan diversos como la persona que lo preparaba, la calidad del café que utilizaba, la cantidad de agua que ponía, la presión que inyectaba la máquina, y de un largo etcétera.
Con el invento de las cápsulas de café individuales, la calidad del café ahora es homogénea y posibilita una gran cantidad de variedades de café y combinaciones de café muy diferentes. El precio no se ha convertido en un factor determinante, en especial, para aquellas personas acostumbradas a los bares. Las cápsulas todavía son unas cincos veces más baratas que un café servido en un bar.
Pero al invento en cuestión le ha acompañado algo importante y muy difícil de lograr: el mercado ha percibido que recibe por el producto un valor superior al precio que paga.
Y es que para hacer buenas campañas de comunicación también es fundamental ser tremendamente creativo.
Comentarios