A mediados de los noventa, Patagonia decidió cambiar el embalaje de su ropa interior térmica. Estaban utilizando un cartón grueso dentro de una pesada bolsa de plástico.
Para no utilizar ese embalaje en la ropa interior más gruesa, decidieron probar colgándola como la ropa común. Enrollaron la ropa interior más ligera y la ataron con una banda elástica. Los expertos les advitieron que debían estar preparados para una reducción de un 30 % de las ventas, dado que sus competidoreseran empresas muy competitivas en sus embalajes. Por ejemplo, un competidor ofrecía su producto en llamativas latas selladas.
Sin embargo, a pesar de ello, Patagonia adoptó la medida (dejó de usar el embalaje).
El primer año, esa práctica evitó el envío de doce toneladas de material por todo el mundo (que luego terminaban desechándose en vertederos) y permitió a la empresa ahorrar 150.000 dólares en embalaje innecesario.
Paralelamente, las ventas de ropa interior térmica aumentaron un 25 %. Como las prendas no estaban escondidas en un paquete y se exhibían como ropa común, las personas pudieron sentir el material y apreciar la calidad. Y como estaban a la vista, lo mismo que otro tipo de ropa, la empresa se vio forzada a que sus prendas se vieran como ropa común y corriente, hasta el punto de que ahora la mayoría de camisetas de capileno se pueden usar como camisetas corrientes, con lo cual la empresa alcanza su objetivo de ofrecer ropa multifuncional.
Muchas veces, arriesgarse tiene premios inesperados.
Muchas veces, arriesgarse tiene premios inesperados.
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