Todos nos hemos encontrado (y nos encontraremos) en situaciones en las que un
colaborador o una persona del equipo comete un grave error, que está cerca de arruinar
un proyecto crítico.
¿Cómo reaccionar cuando un colaborador o un miembro
del equipo (o, por qué no, nuestra pareja o nuestro hijo) no está funcionando
bien o comete un error?
La frustración es, por supuesto, nuestra respuesta natural - una en la que
todos podemos identificarnos. Sobre
todo si el error malogra un proyecto importante o nos afecta personalmente de
forma negativa.
El enfoque tradicional es reprender a la persona de alguna manera con la esperanza en que esa clase de castigo será beneficiosa: enseñará a esa persona
la lección.
Expresar
nuestra frustración también alivia nuestro estrés y la ira causada por el
error. Por
último, ayuda al resto del equipo a permanecer alerta para evitar así cometer
errores futuros.
Algunos directivos, sin embargo, optan por una respuesta diferente cuando
se enfrentan a un empleado de bajo rendimiento: la compasión y la curiosidad. No
es que una parte de ellos no se sienta frustrada o exasperada sino que, de
alguna manera, son capaces de suspender el juicio y pueden incluso ser capaz de
utilizar el momento para hacer un poco de coaching.
¿Qué dice la investigación sobre esto? Las
evidencias son palmarias: la respuesta más compasiva obtendrá resultados más
potentes.
La compasión y el aumento de la curiosidad propician la lealtad
de los empleados y el aumento de la confianza. La
investigación ha demostrado que los sentimientos de calidez y las relaciones
positivas en el trabajo tienen una mayor influencia sobre la lealtad de los
empleados que el propio sueldo.
Por el contrario, responder con enojo o con frustración erosiona la lealtad. Por la ley de la reciprocidad, avergonzar o culpar a un empleado con demasiada
dureza, puede hacer que la reacción de este empleado se dirija contra nosotros
la próxima vez que necesitemos confiar en ese empleado.
Una airada respuesta no solo erosiona la lealtad y la confianza, sino que
también inhibe la creatividad al elevar los niveles de estrés de los empleados.
Crear un entorno donde hay miedo, ansiedad y falta de confianza hace que
las personas se cierren. Si
la gente tiene miedo y ansiedad, su control cognitivo se ve afectado. Como
consecuencia de ello, su productividad y también su creatividad disminuye.
Cuando respondemos de manera frustrada y furiosa, la persona se hace menos
propensa a assumir riesgos en el futuro porque su preocupación se dirige a las
consecuencias negativas de cometer errores. En
otras palabras, matamos la cultura de la experimentación que resulta crítica para
el aprendizaje y para la innovación.
Al contrario, la promoción de una cultura de seguridad - en lugar de temor
a las consecuencias negativas - ayuda a fomentar el espíritu de experimentación
tan vital para el florecimiento de la creatividad.
Entonces, ¿cómo podemos responder con más compasión la próxima vez que un colaborador cometa un grave error?
Entonces, ¿cómo podemos responder con más compasión la próxima vez que un colaborador cometa un grave error?
La respuesta en el próximo post.
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