Las
bacterias se establecen y se organizan en cualquier superficie: desde las
cañerías de cualquier casa hasta los instrumentos que utilizamos para cocinar o
el instrumental médico que se utiliza en los hospitales.
El asunto constituye en particular un grave problema sanitario ya que, el biofilm (así se denomina a esta agrupación de
bacterias) puede causar infecciones o contaminar alimentos o agua para el
consumo.
Recientemente, un equipo de científicos de la Universidad de Harvard ha desarrollado un
material que impide el desarrollo de estas colonias bacterianas, y lo ha hecho
imitando a las plantas carnívoras.
Efectivamente,
algunas de estas discretas cazadoras consiguen atrapar a sus presas
atrayéndolas con colores vivos y cerrándose sobre ellas por sorpresa. Otras, mientras
tanto, prefieren limitarse a esperar mientras los insectos resbalan hacia su
interior, sin posibilidad de escapar.
Esto
lo consiguen gracias a una sustancia que recubre su superficie y que impide que
los insectos se puedan agarrar a ella, deslizándose hacia el estómago de la
planta sin poder hacer nada para evitarlo.
Pues
bien, ahora los investigadores han logrado replicar este mecanismo. Impresionante,
¿verdad?
Para
hacerlo, trabajaron ensamblando estructuras a micro y nanoescala, y llenaron
los espacios entre ellas con un gel lubricante que repele tanto el sólido como el
líquido, incluyendo biofilm bacteriano. Con esa sustancia es posible recubrir
superficies sólidas y engañar a las bacterias de forma que no encuentren un
punto al que adherirse y proliferar.
En
el pasado, se había intentado impedir que se formase el biofilm de muchas
formas, con coberturas químicas o antibióticos, por ejemplo. Pero en el mejor
de los casos era una solución a corto plazo. El tratamiento de las superficies
se gastaba, o terminaba cubierta de polvo, o las propias bacterias depositaban
otra capa sobre la que se suponía que tenía que prevenir su aparición. Al
final, el biofilm se las apañaba para establecerse y crecer en prácticamente
cualquier superficie sólida que pudiésemos idear.
Al
reto, se le dio un nuevo enfoque y buscaron inspiración en la naturaleza. Así
desarrollaron SLIPS (Slippery-Liquid-Infused Porous Surfaces, acrónimo
de la palabra resbalón en inglés).
Aplicado
sobre una superficie, repele no sólo las bacterias sino también líquidos tanto
de base acuosa como oleosa e incluso previene la formación de hielo o de escarcha.
Básicamente se ha convertido lo que una vez fue una superficie sólida perfecta
para las bacterias en una superficie líquida, de modo que no pueden agarrarse a
ella para formar el biofilm y en caso de que se forme, se puede quitar
fácilmente dado que ésta resbala.
Slip
funciona tanto en entornos estáticos como en contacto con una corriente, lo que
lo hace perfecto para utilizarlo en dispositivos médicos que interactúan con
fluidos del cuerpo humano. Por supuesto, se trata de una sustancia que no es
tóxica, fácil y barata de producir en grandes cantidades y que para mantenerse
limpia no necesita nada más que la gravedad, ya que todo resbala sobre ella.
Llevando
su aplicación a otros campos, podría utilizarse por ejemplo sobre el casco de
los barcos para evitar que se adhieran los crustáceos, algo que aumenta el
consumo de energía hasta en un 40%.
Un
caso más de materiales inspirados en la naturaleza. Por cierto, su inventor (Wong)
continúa trabajando en desarrollar
nuevos materiales inspirados en la naturaleza, como objetos con capacidad para
camuflarse o gadgets que se adhieran a las paredes. “Podríamos – dice ilusionado como un niño - trepar como Spider-Man o
camuflarnos como un camaleón”.
Pasión,
reto y creatividad. La trilogía que nunca falla.
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