En no pocas ocasiones, no parece exitir más recorrido para la mejora o para la innovación. Los procesos se han mejorado hasta lo que creemos que es la perfección, los servicios que ofrecemos son estupendos y el producto que vendemos está totalmente asentado. Sin embargo, ese pensamiento constituye una limitación de la cual merece la pena escapar.
¿Has pensado alguna vez en el impacto que ha podido tener el auge de los ordenadores y de los teléfonos inteligentes en los artículos de escritura en general y en los bolígrafos en particular?
Hay quien asegura que estamos perdiendo el arte de escribir a mano. Por mi parte, estoy seguro de que es raro el día en el que utilizas un bolígrafo al menos una
vez. Estos objetos son tan cotidianos que muchos
dirían que no hay en ellos espacio para la innovación. Nada más
lejos de la realidad. Estos objetos siguen aceptando nuevas mejoras y funciones que abren un nuevo y fascinante abanico de posibilidades.
Veamos algunos ejemplos prácticos. La
compañía Pininfarina, muy conocida entre los amantes de los coches
deportivos, ha lanzado un producto que está a medio camino
entre un bolígrafo y un lápiz. Bautizado como 4ever Pinifarina Cambiano, se trata de un estilizado bolígrafo fabricado
en aluminio y madera. En lugar de un depósito de tinta que sale al
deslizar la bola de la punta sobre el papel, el bolígrafo escribe gracias a
la aleación metálica de la que está hecha la punta. Al igual que la mina de un lápiz, esta punta deja una marca en el
papel. Pero en este caso no se borra, no se gasta y la punta no necesita
ser afilada. (Pininfarina no ha desvelado el precio de este bolígrafo, por lo que hay que suponer que se tratará de un capricho bastante caro).
No es, con todo, es el primer bolígrafo de este tipo que se ha creado.
Desde hace un par de años está a la venta el Inkeless Metal Pen,
un objeto muy similar al de Pininfarina, sin tanto énfasis en su
exclusivo diseño, que apuesta por la ventaja de escribir con
metal: no se borra, escribe en cualquier superficie y nunca se gasta. Disponible en varios colores y modelos, se
puede comprar por 28 dólares (20 euros).
Otro ejemplo es el 3Doodler. Este invento es una mezcla entre un bolígrafo y una impresora 3D. En lugar de escribir con tinta, escribe con plástico que el mecanismo en el interior del cuerpo del bolígrafo calienta hasta fundir para que salga por la boquilla, siguiendo el diseño que trazamos con la mano.
Otro ejemplo es el 3Doodler. Este invento es una mezcla entre un bolígrafo y una impresora 3D. En lugar de escribir con tinta, escribe con plástico que el mecanismo en el interior del cuerpo del bolígrafo calienta hasta fundir para que salga por la boquilla, siguiendo el diseño que trazamos con la mano.
3Doodler permite desde escribir en
relieve sobre una superficie hasta construir todo tipo de estructuras,
maquetas, juguetes, piezas… El plástico viene en varios colores y todo
lo que queda es practicar para cogerle el truco y crear auténticas obras
de arte. Un pack que incluye tanto el 3Doodler como 25 tiras de plástico para escribir, sale a la venta por 99 dólares (unos 73 euros).
También podemos citar el Pen Printer un dispositivo que aún no ha saltado a la realidad
pero que propone una interesante idea. Se trata de una pequeña
impresora, ligera y portátil, en la que se insertan esos viejos
bolígrafos descartados que empiezan a fallar y aprovecha la tinta que aún contienen éstos para imprimir con
ella.
Esta impresora es el
renacimiento de cualquier tinta de bolígrafo, incluso aquella que parece
inutilizable. De
esta forma se aprovechan al máximo los bolígrafos antes de tirarlos y a la vez se
ahorran cartuchos de tinta que utiliza cualquier impresora
convencional. Según sus creadores, se puede obtener la electricidad
necesaria gracias a una conexión UBS, aunque contemplando el diseño no está
todavía muy claro cómo manejará este invento la parte mecánica de la
impresión.
En todo caso, siempre hay recorrido para la innovación.
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