Los adultos tenemos un pensamiento menos flexible que el de los los niños. Los adultos tenemos más
expectativas sobre lo que debe y no debe suceder y eso hace que prestemos menos
atención a las evidencias que se nos presentan, con lo cual tardamos más tiempo en aprender
lo que está pasando frente a nosotros.
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Queremos hacer juicios que sean correctos y para eso nos hemos de basar en la experiencia que adquirida durante toda nuestra vida. Así, por lo general, combinamos esa experiencia con las pruebas que se nos presentan.
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Queremos hacer juicios que sean correctos y para eso nos hemos de basar en la experiencia que adquirida durante toda nuestra vida. Así, por lo general, combinamos esa experiencia con las pruebas que se nos presentan.
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Entonces, si por ejemplo, nuestra experiencia nos dice que un determinado fenómeno de causa-efecto es improbable o imposible, lo que hacemos es rechazar las evidencias que contradicen eso.
Entonces, si por ejemplo, nuestra experiencia nos dice que un determinado fenómeno de causa-efecto es improbable o imposible, lo que hacemos es rechazar las evidencias que contradicen eso.
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Por contraposición los niños, como no tienen prácticamente experiencia ni ideas preconcebidas, sí tienen en cuenta las evidencias que se les presentan.
Por contraposición los niños, como no tienen prácticamente experiencia ni ideas preconcebidas, sí tienen en cuenta las evidencias que se les presentan.
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Tanto los niños y como los adultos estamos respondiendo racionalmente, pero en la práctica los niños aprenden de manera más rápida porque no están influenciados por su experiencia.
Tanto los niños y como los adultos estamos respondiendo racionalmente, pero en la práctica los niños aprenden de manera más rápida porque no están influenciados por su experiencia.
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Además, los niños tienen una forma más exploratoria de interpretar las evidencias que tienen en frente. Eso los hace mucho mejores a la hora de aprender nuevas verdades fundamentales sobre cómo funciona el mundo.
Además, los niños tienen una forma más exploratoria de interpretar las evidencias que tienen en frente. Eso los hace mucho mejores a la hora de aprender nuevas verdades fundamentales sobre cómo funciona el mundo.
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Pensemos por ejemplo en las nuevas tecnologías e imaginemos a un niño y a un adulto que utilizan un teléfono inteligente por primera vez. Sin duda, el niño probará con el teléfono todo tipo de cosas diferentes. Cambiará la orientación del aparato, lo tocará con una mano y luego con las dos, apretará todos los botones, etc... En cambio, al adulto puede que no se le pase por la cabeza, por ejemplo, tocar el aparato con las dos manos al mismo tiempo. El niño, al ser más abierto de mente, aprenderá más y mejor.
Pensemos por ejemplo en las nuevas tecnologías e imaginemos a un niño y a un adulto que utilizan un teléfono inteligente por primera vez. Sin duda, el niño probará con el teléfono todo tipo de cosas diferentes. Cambiará la orientación del aparato, lo tocará con una mano y luego con las dos, apretará todos los botones, etc... En cambio, al adulto puede que no se le pase por la cabeza, por ejemplo, tocar el aparato con las dos manos al mismo tiempo. El niño, al ser más abierto de mente, aprenderá más y mejor.
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Necesitamos recuperar esa flexibilidad. Ello nos permitiría disponer
de una mente abierta, sin ideas preconcebidas y capaz de imaginar soluciones
que se salen de la norma y, consiguientemente, estaríamos mejor dispuestos para resolver los retos creativos a los que nos enfrentamos.
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