Aunque a no todas las empresas les ha afectado la crisis por igual, todas las que yo he conocido poseen limitaciones. Tiempo, dinero, espacio, personas, competencia... son las más habituales.
Estas restricciones, no obstante, pueden tener una utilidad importante: agudizar la imaginación e incrementar la innovación.
Cito a menudo el ejemplo de Amazon para ilustrar este concepto. En una reunión pensaron en qué mejorar si no tuvieran ninguna restricción. Una de las ideas que surgió fue la de realizar los envíos a los clientes gratuitamente. Obviamente, esa era una idea que atentaba mucho contra los beneficios de la empresa pero, aún así, decidieron probarla de una manera particular.
En 2002, Amazon ofreció a sus clientes enviar los productos gratuitamente únicamente en el periodo de vacaciones. Viendo el aumento de pedidos que obtuvieron, decidieron llevar más allá esta idea y buscaron nuevos modos de incrementar el volumen de sus envíos. Fueron capaces de negociar precios muy bajos con los operadores logísticos y, además, descubrieron que existen clientes que no les importa pagar los envíos si éstos llegan a sus manos en un tiempo muy reducido.
Con todas estas premisas, hoy en día cualquier cliente puede encontar en Amazon envíos gratuitos prácticamente durante todo el año (si no tienes prisa en recibir el envío, claro).
Las restricciones son una herramienta que puede ser modulada para catalizar y exprimir la energía creativa.
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