Hay que saber y aceptar una cosa: el trabajo de innovar es ineficiente. En otras palabras, la mayoría del trabajo de la innovación no conducirá a ningún sitio.
Para innovar, es preciso que haya un aprendizaje y una experimentación continua, reconocer que habrá falsos inicios, caminos equivocados, callejones sin salida. Cuando todo eso sucede, sin embargo, es importante aprender de ello y ser conscientes de que estas situaciones también serán de utilidad para innovar.
La innovación repetida y de éxito requiere realizar pequeñas apuestas, la mayoría de las cuales no nos reportaran ningún beneficio.
Por todo ello, la innovación debe operar en un entorno en donde exista una aceptación de esta ineficiencia inherente a cualquier proceso innovador para que el proceso dé finalmente sus frutos.
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