Solemos mirar las cosas siempre con una perspectiva determinada. Sea la que sea, pero la misma. Obviamente, este modo de mirar afecta a nuestros patrones y a la gama (limitada) de soluciones que eventualmente podemos hallar cuando nos encontramos ante un reto creativo.
En 2007, el prestigioso diario "The Washington Post" ideó un interesante experimento para observar la
reacción de la gente ante la música tocada por Josua Bell, uno de los mejores
violinistas del mundo, actuando de incógnito en el "metro" de Washington.
Bell, ataviado con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra, comenzó a emitir magia desde su Stradivarius de 1713. Un total de 1.097 personas pasaron a escasos metros de él durante los 43 minutos que duró su actuación.
Sólo
7 personas se pararon a escucharle. Recaudó 32 dólares y 17 céntimos
(20 esos dólares donados por una mujer que confesó haberle reconocido).
Días antes, Bell, había agotado las localidades en un prestigiosa sala de conciertos (el Boston Symphony Hall). La entrada mínima era de 100 dólares.
¿Cómo relacionar esta historia con la creatividad? Cuando Bell actuó en un contexto no convencional, los transeúntes apenas notaron su existencia. En ese nuevo contexto, no vieron Bell con la misma luz que le vieron cuando se hallaba en el escenario.
¿Cuántas veces utilizamos los mismos marcos de referencia de siempre para ver / observar las cosas?
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