Las emociones positivas han tenido y tienen un objetivo importante en la evolución.
Amplían nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales y los hacen más perdurables, acrecientan las reservas a las que podemos recurrir cuando se nos presenta una amenaza o una oportunidad.
Cuando estamos de talante positivo, las personas mejoramos, y la conexión, las relaciones y las coaliciones tienen más probabilidades de prosperar.
A diferencia de las limitaciones que induce la emoción negativa, el estado anímico positivo mueve a las personas a adoptar una forma de pensar creativa, tolerante, constructiva, generosa, relajada y lateral.
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