Hoy en día es crítico crear y mantener el caldo de cultivo donde prospere la creatividad y, al mismo tiempo, no olvidar una alta dosis de realismo que permita convertir las ocurrencias y la creatividad en un negocio rentable. Para ello es importante lograr el equilibrio adecuado entre las personas que son creativas y las personas que ejecutan.
Rodearse de una verdadera diversidad intelectual y favorecer un clima laboral en el que los compañeros no destruyan las opiniones distintas es también muy trascendente. Para ello, los líderes deben facilitar tiempo para ello y una cultura que se cuestione a sí misma y fomente la exigencia de ideas nuevas.
De ahí que sea fundamental:
* Que los colaboradores sepan que la creatividad se valora y también que se premia.
* Que los colaboradores reciban feedback, en caso contrario nunca sabran si sus ideas pueden ser tomadas en consideración. Cuando alguien entiende y conoce la manera en la que su innovación contribuye al progreso de la empresa, eso provoca un estímulo que lleva a desarrollar nuevas ideas.
* Aceptar que cada gran idea va acompañada de otras muchas ideas que fracasaran. Podría ser interesante plantearse si hay que rechazarlas o si sería posible recompensarlas de algun modo, aunque estén erradas.
* Tener en cuenta que las recompensas deben ser significativas y motivantes, pero es necesario también que sean variadas. El reconocimiento, por ejemplo, suele ser mucho mejor agente de motivación que el dinero.
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