En la sociedad, en la empresa, en los grupos, en las parejas... muchas personas se dedican simplemente a observar, sin implicarse. La pasividad de ese acto supone la aceptación del status quo. Sin embargo, en no pocas ocasiones esas personas están en contra de cómo se hacen las cosas.
¿Por qué actúan así entonces? Esencialmente porque piensan que si hablaran directamente, aquellas otras personas que tienen rango los castigarían. La creencia de que hablar abiertamente puede ser peligroso se empieza, de esta manera, a instaurar.
Cambiar esta situación es difícil dado que los mensajes ocultos son muy difíciles de detectar y de descifrar. El status quo se perpetúa todavía más.
La gente oculta los mensajes cuando la comunicación directa no es posible. En estas circunstancias, la creatividad resulta del todo punto imposible.
Lamentablemente, los que tienen el poder (y todos tenemos más del que nos imaginamos en muchas situaciones) rara vez se dan cuenta de cómo y cuándo generan estas situaciones.
Lamentablemente, los que tienen el poder (y todos tenemos más del que nos imaginamos en muchas situaciones) rara vez se dan cuenta de cómo y cuándo generan estas situaciones.
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