Se dice que el cerebro humano utiliza, únicamente, el 2% de su energía en la actividad consciente; el resto, es trabajo del subconsciente. Aquí se enmarca precisamente la intuición. La intuición es una manera de razonar que no sigue las fases habituales del proceso consciente.
Cuando nos hacen una pregunta y contestamos de manera razonada, seguimos toda una serie de fases lógicas en la producción del pensamiento. Una cosa nos lleva a la otra y así sucesivamente.
Cuando nos hacen una pregunta y contestamos de manera razonada, seguimos toda una serie de fases lógicas en la producción del pensamiento. Una cosa nos lleva a la otra y así sucesivamente.
La intuición pasa de la pregunta a la respuesta sin seguir el camino habitual del raciocinio. Llegamos a una solución, sin saber exactamente cómo lo hemos conseguido.
La intuición, desde luego, se puede educar. Es como la suerte. Lo que hace la buena suerte es ayudar a quien está mentalmente preparado, a quien sale a buscarla.
Si vamos por la vida observando a los demás, meditando y analizando las consecuencias (el impacto) de lo que hacemos, tendremos muchas más posibilidades de ser intuitivos.
La intuición facilita enormemente el desarrollo de los procesos creativos.
Si vamos por la vida observando a los demás, meditando y analizando las consecuencias (el impacto) de lo que hacemos, tendremos muchas más posibilidades de ser intuitivos.
La intuición facilita enormemente el desarrollo de los procesos creativos.
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