En tiempos de crisis, ése es el único camino: reinventarse de forma creativa. Para ello, se requiere perseverancia, versatilidad, creatividad y, desde luego, algo de fortuna.
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Abundan los ejemplos de productos que parecía que iban a ser sustituidos pero que aún siguen vigentes: las plumas estilográficas, los relojes de muñeca mecánicos, las chimeneas... estas tecnologías han sobrevivido renovándose como artículos de lujo y vendiéndose de forma inteligente (estética, nostalgia, moda).
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El caso es evolucionar, no preservar. Algunas empresas llegan a realizar cambios de dirección inauditos. Pocas personas saben que Nokia, en sus comienzos, hacía papel. Que Toyota, antes de fabricar coches, hacía telares.
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Reinventarse, en ocasiones, puede también significar para las empresas (y también para las personas) estar dispuesto a alejarse de aquellas cosas que les han hecho "grandes".
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