Una de las claves de la creatividad (y, por tanto, de la innovación) consiste en formular adecuadamente el problema. La forma de hacerlo es formular el problema en términos de pregunta. Sin embargo, esto que parece tan sencillo, presenta sus complejidades.
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Imagínense a la persona que inventó al silla de ruedas motorizada (sin duda, un paralítico) si en lugar de plantearse una pregunta como "¿Cómo puedo salir de la cama y moverme de casa?" hubiese definido el problema como "¿De qué manera puedo emplear mi tiempo mientras estoy tendido en la cama?".
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Definir el problema tan específicamente como sea posible es uno de los puntos fundamentales. Eso nos permitirá identificar la parte o las partes importantes del problema y de sus límites. De ahí que muchas personas consideren que un problema bien enunciado es un problema resuelto.
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