"Cangrena de las encías, pérdida de los dientes y piernas doloridas” son los síntomas descritos por Hipócrates del escorbuto, una enfermedad que desde los primeros tiempos afectaba cruentamente a los marineros.
A pesar de las múltiples evidencias de su relación con una mala alimentación, se creía que el escorbuto era producido por ‘sangre corrompida’. Culpando al frío viento del mar y a la madera verde de las naves como otras posibles causas.
En 1601, el Capitán inglés James Lancaster - en uno de sus viajes a las Indias orientales - descubrió una cura para la enfermedad: jugo de limón a modo de profiláctico. Efectivamente, el uso obligatorio de tres cucharadas diarias de jugo de limón a la tripulación mantuvo a ésta libre de la enfermedad.
A pesar de que se trataba de un asunto donde estaban las vidas humanasen juego, tuvieron que pasar casi dos siglos sin que nadie hiciera caso de las buenas prácticas de Lancaster. No fue hasta 1795, tras los hallazgos sobre la enfermedad realizados por James Lind, cuando la marina británica obligó a toda la flota a una medida sanitaria: la ingesta diaria de jugo de lima.
La marina francesa instauraría esa medida en 1856 (¡61 años más tarde!).
Poner en marcha las buenas prácticas y las buenas ideas (aunque tengan que ver con vidas humanas) nunca ha sido sencillo.
Comentarios
Ahora si se trata de un problema técnico que provoca pérdida de dinero, entonces verás que rápido se ponen manos a la obra para resolverlo y poder seguir
acumulando riquezas.
Que total... anda que no hay personas en el mundo necesitadas de trabajo,aunque les cueste la vida.
Que asco!!
Mar