En el ajedrez, la imaginación está directamente vinculada al toque artístico.
Edgar Allan Poe distinguía entre imaginación y fantasía, atribuyendo a esta última el capricho anárquico y a la primera el rigor lógico.
En una misma posición, el jugador rutinario probablemente efectuará una jugada mediocre, mientras el imaginativo encontrará - empleando el pensamiento lógico - caminos insospechadamente creativos.
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