Muchas veces, los inventos y los descubrimientos no tienen el recorrido esperado. Es el caso del grafeno que, si bien ha supuesto un antes y un después de determinados campos (la fabricación de altavoces), su anunciado potencial ha quedado en muy poca cosa.
Aunque su principio se considera interesante. Y he aquí que unos investigadores suecos han combinado el grafeno con el oro dando lugar a un nuevo material: el goldeno ("goldene" en inglés. De "gold" y "graphene").
Mientras el grafeno es una fina lámina de átomos de carbono que se obtiene a partir del grafito, el goldene es el resultado de aplicar el concepto del grafeno al oro.
Efectivamente, los investigadores descubrieron (nuevamente por casualidad) cómo al cambiar la estructura de los átomos de oro a una lámina de un átomo de grosor también cambiaban las propiedades de ésta.
Es la primera vez que se crean láminas de oro de un solo átomo de grosor. Se llevaba mucho tiempo intentándolo pero el oro tiende a agruparse por lo que resultaba muy difícil conseguir este objetivo.
Sin embargo, a través de ancestrales métodos de herreros japoneses (se echa el reactivo de Murakami que se utiliza en la forja japonesa para eliminar los residuos de carbono y cambiar el color del acero en la fabricación de cuchillos) ha sido posible hacerlo.
La lámina de oro resultante es tan fina que no tiene tres dimensiones sino dos (el primer material bidimensional), transformando así el material en un semiconductor.
En comparación con otros materiales, el goldeno se distingue por su eficiencia. Tiene una excepcional conductividad eléctrica y térmica, muy superior a la del cobre y el aluminio y comparable con el grafeno. Y a pesar de su delgadez, es también resistente y flexible.
Sus aplicaciones potenciales son revolucionarias: la conversión de dióxido de carbono, la catálisis generadora de hidrógeno, la producción selectiva de productos químicos de valor añadido, la producción de hidrógeno, la purificación del agua, ...
Veremos.
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