Olivier Bernhard llevaba tiempo dándole vueltas a la cabeza para idear unas zapatillas para correr que fueran realmente cómodas y tuvieran una suela que amortiguara bien las pisadas y que al mismo tiempo las impulsara.
Al volver a su casa, cortó una manguera en pequeños trozos y los pegó a las zapatillas que usualmente utilizaba para correr. Las zapatillas eran muy aparatosas y al enseñarlas a sus amigos todos se carcajearon de la ocurrencia.
No obstante, Olivier probó las zapatillas durante un par de semanas y su creencia era que funcionaban. Y muy bien. Además de todas las características anteriores, las zapatillas le impulsaban y permitían que el suelo devolviera la energía que depositaba en él a cada paso.
Junto a unos colegas, finalmente patentó las suelas con los trocitos de manguera y creó la marca On.
Hoy, la marca facturará este año más de 2.200 millones de euros y calzará a algunos de los mejores atletas en los Juegos Olímpicos de París de este verano.
Innovación en estado puro.
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