Hubo un tiempo en que los alemanes lideraban la investigación en el campo de las cintas magnéticas, en particular las empresas AEG, con el desarrollo del magnetófono (grabador y reproductor de cintas), y BASF, con la invención de la cinta magnética, en 1935.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de Estados Unidos asignó a un técnico militar la misión de robar un magnetófono alemán con el fin de analizarlo y construir un equipo superior.
El general Eisenhower grabó un mensaje al pueblo alemán en el magnetófono capturado, pero no pudieron borrar la información original, por lo que su voz se escuchaba con la de Hitler como fondo.
A raíz de este hecho, Eisenhower encargó la misión de capturar a científicos alemanes y a sus equipos para poder utilizarlos en Estados Unidos.
Al término de la guerra, esa persona fundó la compañía Ampex, que fue líder durante décadas en la fabricación de cintas magnéticas (aprovechando las patentes alemanas que quedaron en poder de los Estados Unidos).
A finales de los años cincuenta existían sistemas de reproducción de cintas magnéticas de carretes, pero las principales compañías se afanaban en poder desarrollar un equipo más pequeño y portátil.
La holandesa Philips encargó a un equipo de investigación, liderado por Lou Ottens, el desarrollo de un dispositivo más pequeño que pudiera grabar y reproducir voz.
En agosto de 1963, en el Berlín Radio Show, Philips presentó al mundo su invento llamado “Compact Cassette” - posteriormente conocido simplemente como cassette, o casete, en español -.
El dispositivo utiliza una cinta magnética de 1/8 de pulgada, y avanza a una velocidad de 1 7/8 pulgadas por segundo. Estaba pensada originalmente para grabar voz, por lo que no presentaba una gran fidelidad. A partir de estos momentos los dictados por ejecutivos, periodistas y otros oficios que requerían captar voces ajenas podían contar con un soporte que registrase sus voces.
Es curioso recalcar dos aspectos: el campo de utilización que inicialmente se pensó para el invento estuvo lejos del que finalmente tuvo y, en segundo lugar y como consecuencia de ello, la propia industria se disparaba alegremente en el pie (ya que Philips contaba con su propia rama discográfica, que sentiría el doloroso impacto del pirateo en años posteriores).
Llevó un tiempo corregir las deficiencias mecánicas y lograr una calidad sonora aceptable en el casete pero finalmente se logró. Y hasta llegaron a tener una utilización profesional: el Tascam Portastudio que permitía grabar en casete y en casa.
Su tamaño reducido era una baza frente a las cintas de bobina o los cartuchos de ocho pistas, que también se usaban para vender música.
Un punto importante que permitió la introducción del casete en muchos países fue que Philips - en un acuerdo con Sony - abrió las licencias de forma gratuita, con lo que creó un estándar, y otras compañías pudieron fabricarlos.
Sony escondía una carta baja su manga: el Walkman. Un invento que revolucionó la historia de la música. Un equipo portátil, reproductor de casetes, sin bocinas, sólo unos conectores para auriculares y que funcionaba con dos baterías tipo AA.
La empresa japonesa tenía previsto vender cinco mil unidades en el primer mes. Sin embargo, en el segundo mes ya se habían vendido cincuenta mil equipos.
El Walkman no fue el primer equipo electrónico portátil, pero sus características de reproducción de casetes, autonomía con baterías, poco peso y su uso con auriculares lo volvieron extremadamente popular. Un icono de los años ochenta.
Todo este panorama junto al abaratamiento de las casetes vírgenes facilitó prácticas culturales no imaginadas por los ingenieros holandeses.
Ahora cualquier sitio se convertiría en una fábrica de música y, gracias a las dobles pletinas, cualquier domicilio competía con las multinacionales. La poderosa industria de la música sufría. La facilidad para que cualquier persona en cualquier lugar pudiera copiar música de una cinta de casete a otra repercutía notablemente en la disminución de la venta de cintas de música originales...
Todo ello supuso un cambio de paradigma que se extendería en el tiempo hasta la llegada del soporte digital. La pureza y calidad del sonido llamaban a la puerta...
Comentarios