En los años 90, los neurocientíficos empezaron a desarrollar varios estudios en relación a la RND (Red Neuronal por Defecto), un conjunto de regiones del cerebro que se activan cuando éste se encuentra en estado de reposo; y descubrieron que no se encontraba nunca inactivo.
Incluso Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, ya afirmaba que "cuando descansamos y dejamos la mente que se explaye, nuestras capacidades intelectuales están activas como cuando nos concentramos a fondo en un problema".
No se trata entonces únicamente de sensaciones o de intuición, nuestra propia mente sigue funcionando a pleno rendimiento cuando descansamos. Por eso es conveniente darnos la oportunidad de profundizar y probar más a menudo lo que nos aportan los períodos de pausa.
Crea tus propios espacios de descanso, desconecta de la tecnología durante períodos cortos o más largos, practica un hobby que no tenga nada que ver con tu trabajo. No mires tanto a la competencia y céntrate con lo que tú puedes aportar. Conecta con la naturaleza… Son solo algunas de las acciones que puedes empezar a poner en práctica.
En todo caso, que cada persona encuentre su propia fórmula y para ello hay que probar cosas, sin prejuicios.
Crear el hábito de cultivar la práctica de las pausas deliberadas estimula nuestra parte más creativa y, por lo tanto, hay que es muy deseable incluir, de la misma manera que añadimos horas al trabajo, un tiempo definido para el descanso.
Si revalorizamos el papel que tiene el descanso en nuestras vidas y lo invitamos a ser parte fundamental de nuestra rutina diaria, conseguiremos seguir el rumbo que necesitamos para crear espacios que alimenten nuestra creatividad.
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