Considerado en su época un género menor, el trampantojo aspiraba a engañar al espectador haciendo pasar lo pintado por real, jugando con las leyes de la óptica y de la perspectiva.
Esta técnica ya era habitual en la antigüedad, donde las ilusiones ópticas aparecen en un sinfín de mosaicos y pinturas murales. ¿Recuerdas el realismo de las uvas de Zeuris que hacía que los pájaros se acercaran para intentar comerlas? ¿Y la cortina de su rival, Parrasio, que parecía tan real que su rival le pidió que la retirase para poder observar el cuadro?
Hoy en día, la técnica se lleva a edificios, jardines, deliciosos menús de restaurantes, ...
La creatividad y la innovación son los pilares para implementar esta técnica.
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