Sophie tenía que salir a una fiesta y quería recogerse el pelo. No encontraba ningún coletero y, en su lugar, se puso un cable de teléfono. Al día siguiente, se percató de que su pelo seguía en su sitio. Había dado con una idea.
Gomas enrolladas como un cable y que hacen las veces de coletero. Si esa idea te parece ridícula o te ríes de ella, es perfectamente comprensible. Es la misma reacción con la que se encontró Sophie cuando fue presentando su idea por las empresas y grandes cadenas.
Vistas esas reacciones, al final, decidió emprender por su cuenta. Encontró un fabricante chino que le hizo los primero coleteros. Meses después, recibió un pedido de una cadena de parafarmacia británica de 20.000 paquetes de gomas. La idea había fraguado.
Hoy, la empresa, factura 20 millones de euros anuales y Sophie es considerada por la revista Forbes como una de las jóvenes de menos de treinta años más influyentes de Europa.
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